viernes, 28 de marzo de 2014

Relatos de Don Wayne XLII

   "Encogido como un perro, lamía la fachada recién blanqueada que servía de pantalla. A zarpazos, con las uñas, arrancaba desesperadamente la cal para intentar comerse la argamasa".

42.- Simoncito, “el turbao”  

    Una noche, acabada la sesión del Cine de Verano, encontramos a Simoncito, “el turbao”, pegado a la pared del edificio. Encogido como un perro, lamía la fachada recién blanqueada que servía de pantalla. A zarpazos, con las uñas, arrancaba desesperadamente la cal para intentar comerse la argamasa. Simoncito era un niño trastornado, sin facultades para hablar, que emitía solamente sonidos guturales. Incapaces para averiguar lo que bullía por la mente del muchacho, dimos inmediatamente aviso a su madre.


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