jueves, 1 de febrero de 2007

Película 99 # Año IV

 El Arco

[The Bow (Hwal)]

 Jueves 1/Viernes 2-Febrero 2007

Sala Avenida-Jaraíz

21:00 Horas



 
DIRECTOR

Kim Ki-duk

GUION: Kim Ki-duk

MÚSICA: Kang Eun-il
 
FOTOGRAFÍA: Jang Seung-baek
 
REPARTO: Jeon Seong-hwan, Han Yeo-reum, Jeon Kuk-Hwan, Jo Seok-Hyeon, Seo Ji-suk
 
GÉNERO: Drama
 
DURACIÓN: 90 Min.
 
PAÍS: Corea del Sur 



SINOPSIS

Un viejo pescador vive en medio del mar con una muchacha a la que recogió cuando era niña. El viejo pescador espera que ella cumpla 17 años para desposarla. Mientras tanto, prepara la dote, la protege contra los hombres que vienen a pescar a su barco e intentan propasarse con ella. Su única forma de protegerla es disparando con el arco, un arco que también le sirve para adivinar el futuro y como instrumento musical. Un buen día, un grupo de pescadores desconocidos sube al barco, entre los que se encuentra un joven universitario. El chico y la muchacha se enamoran. El viejo pescador sabe que su sueño ha llegado a su fin... 

 

 

¿Quién es quién?

Segunda entrega para el Cineclub del singular director coreano Kim Ki-duk (Bonghwa-1960- Gyeongsang del Norte-Corea del Sur)

Kim nació en el seno de una familia rural. Trasladados a Seúl cuando el cineasta tenía nueve años, se educó para trabajar en agricultura, pero abandonó su formación para trabajar como obrero fabril a los diecisiete años. Se alistó en la infantería de marina del ejército surcoreano a los veinte años y prestó servicio como suboficial hasta los veinticinco; a su baja se dedicó a la pintura —una afición desde niño—, ganándose la vida como acólito en un templo budista.

Con este curriculum tan particular decidió dedicarse al cine y contar historias a su manera, libre de las contaminaciones academicistas. Esta independencia le granjeó tantas simpatías como rechazos; pero lo cierto es que el creador de: La isla (2000), Primavera, verano, otoño, invierno... y primavera (2003), Samaritan girl  y Hierro 3 (ambas en el 2004)... sigue siendo un referente para quienes consideran que la imaginación y la poesía deben ser motores fundamentales para la concepción cinematográfica.

Tal como éramos


 

Cuando decidimos programar El Arco, estos fueron los títulos que la acompañaron en aquel invierno, que buscaba la primavera del 2007. El paquete iba desde la proyección 96 a la 103.

Aunque es cierto que Kim Ki-duk presentó El Arco en el 2005, sus propuestas tardaban en aparecer en España, y además nunca pudimos ni quisimos competir en los rabiosos estrenos.





Y me parece a mi

La hermosa rutina

Como ya es habitual, Kim Ki-duk no deja a nadie indiferente; a unos les encandila y ahuyenta a otros con su parsimonia oriental y sus originales lecturas de las realidades paralelas. El arco, como toda la obra del surcoreano, rebosa de simbolismos y situaciones entre lo onírico y lo "prohibido". No podemos aplicar nuestra occidental vara de medir, y menos juzgar situaciones que nos pueden resultar, cuanto menos, atemporales; siendo además esa fugacidad lumínica de la felicidad, la belleza y el amor una de las señas de identidad del creador de esos mundos inaprensibles e incomparables.

Esas capciosas preguntas que nos hacemos sobre la moral del viejo protagonista y los intereses varios del resto, creo que están fuera de lugar. Es tanto como mirar al dedo que señala el sol. Precisamente la licencia poética, que ensancha el aura de las grandes obras artísticas (literarias, pictóricas...), irrumpe en nuevas dimensiones donde las leyes aún no están escritas. No se puede condenar con nuestras discutibles normas terrenales a personajes de ficción que se esconden, a conciencia o involuntariamente, más allá de unas sociedades que no predican precisamente con la ejemplaridad. La corrección política no creo que nos haga avanzar, más bien nos inmovilizará.

De todas formas son ganas de complicarse la vida, indagando en las posibles malvadas intencionalidades del autor, cuando lo que se nos ofrece es una curiosa historia en la que abundan espléndidos momentos de paz, libertad y sosiego, donde lo único que perturba es la aparición de seres humanos dispuestos a romper el silencio. La contemplación, en su vertiente espiritual, solo nos pide relajarnos y disfrutar, sin acusaciones, sin culpas, sin valoraciones severas...
Jaht
 
 

 


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