Cuando Fuimos Brujas
(The Juniper Tree)
Miércoles 16 de Diciembre/2020
Sala Avenida/Jaraíz
20:30 Horas
SINOPSIS
La fotografía en blanco y negro registrada por Randolph Sellars logra una expresividad que no caduca, casi treinta años después del rodaje. El aspecto invernal, melancólico, reforzado por el contraste del sol en los escenarios rocosos que perfilan la grandeza de las montañas o el mar embravecido que limita como frontera el poblado. Los tonos grises y penumbrosos del agua, en el río que atraviesa la zona, un caudal siempre turbio y peligroso, capaz de ocultar cuerpos inertes de personas y animales. El tiempo de la historia parece un período lejano de la Edad Media a tenor del vestuario austero, cosido a mano por los personajes, al igual que la iluminación artificial mediante velas en los interiores domésticos de chozas antiguas, edificadas entre peñascos y las faldas del monte. Esta textura visual puede ser tomada como un homenaje a obras de Ingmar Bergman como El manantial de la doncella o El séptimo sello, pero la profundidad filosófica del autor sueco no tiene reflejo en una aproximación más psicológica en el tratamiento de los personajes de las hermanas.
Cuando fuimos brujas permanece como una película única, con la entidad suficiente para no dejarse influir por las referencias atribuidas al ya mencionado Bergman u otros cineastas de lo reflexivo como Dreyer. Tal vez se podría emparejar a una producción posterior, El secreto de la isla de las focas de John Sayles que demuestra más sintonía con la propuesta. También se recordará el film por ser el primer papel en el cine de Björk, convincente en la inocencia y magia de su personaje, muy bien integrada junto al resto del reparto. Por descontado lo que queda es una gran adaptación de la esencia del cuento tradicional centroeuropeo, elemental y terrorífico a la vez. Violento y poético como los versos que inician «Miércoles de ceniza», el poema de TS Elliot que inspira también el largometraje:
«Bajo un árbol de enebro, cantaban esparcidos
los huesos relucientes»
(Texto recogido de Pablo Vázquez Pérez- Cinemaldito)
Obra de fotografía hipnotizadora que nos traslada al grisáceo medievo, que parece no poderse contar de forma real si no es con la gama de colores del blanco y el negro.
Desde su título, y posterior planteamiento, Nietzchka Keene reivindica el justo protagonismo, birlado también a la mujer en aquella época feudal, cuando las féminas eran fácil pasto de las llamas por venir forradas con esa envoltura pecaminosa que deslumbraba y confundía a los "santos inquisidores".
Cuando las cosas no van bien, hay hambre, enfermedades o guerras alguien ha de resultar culpable; qué mejor que cargar el muerto sobre los más débiles, los más pobres, los más indefensos... ¡Alguien ha de sacrificarse!, diría el prelado poniendo un ojo en el cielo y el otro sobre la hembra más próxima.
El cuento de los Grimm es la excusa de la cineasta para que las hermanas ocupen el espacio que las corresponde en unos días en que solo eran visibles cuando eran torturadas o quemadas.
Las supersticiones, enlodadas con la religión, el miedo y el afán de supervivencia son los resortes que articulan la vida de los personajes. Solo se huye mínimamente con el sexo y la imaginación; y de forma más efectiva con la locura o la muerte.
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