domingo, 14 de octubre de 2018

Película 447 # Año XVI


Filmoteca de Extremadura
Programación de cine itinerante por  núcleos rurales extremeños en colaboración con 
CineClub "El Gallinero"

La casa junto al mar
18 de Octubre/2018
Sala Avenida/Jaraíz
201:30 Horas



DIRECTOR 

Robert Guédiguian

GUIÓN: Robert Guédiguian, Derge Valetti

FOTOGRAFÍA: Pierre Milon

REPARTO: Ariane Ascaride, Jean-Pierre Darrousin, Gérar Meylan, Jacques Boudet, Anaïs Demoustier, Robonson Stévenin, Yann Tregouët, Geneviève Mnich, Fred Ulysse 

GÉNERO:   Drama / Familia 

DURACIÓN: 107 Min.

PAÍS: Francia     AÑO:  2017


SINOPSIS

Estamos en pleno invierno. En una pequeña cala cerca de Marsella, Angèle, Joseph y Armand vuelven a la casa de su anciano padre. Angèle es actriz y vive en París, y Joseph acaba de enamorarse de una chica mucho más joven. Armand es el único que se quedó en Marsella para llevar el pequeño restaurante que regentaba su padre. Es el momento de descubrir qué ha quedado de los ideales que les transmitió su progenitor, del mundo fraternal que construyó en este lugar mágico en torno a un restaurante para obreros. Pero la llegada de una patera a una cala vecina cambiará sus reflexiones...


¿Quién es quién?

Robert Guédiguian (Marsella, 1953)

Director, actor, productor y guionista de cine francés.
Nacido en el barrio más comunista de Marsella, es hijo de un armenio y de una alemana. El entorno en que transcurrieron sus años de infancia y adolescencia le marcó profundamente, hasta el punto de quedar reflejado en todas sus películas. Marsella es la ciudad en la que desarrollan sus filmes. Su cine es el retrato de las clases trabajadoras, los oprimidos, los débiles y los pobres. Ese esfuerzo por reflejar la precariedad laboral, el mundo de la inmigración, las malas condiciones de trabajo, el paro, la marginalidad y la carencia total de bienes, hace que algunas de sus producciones bordeen un territorio próximo al neorrealismo italiano.
Durante un breve tiempo estuvo ligado al partido comunista, finalmente prefirió plasmar en el cine su compromiso político, narrando la vida en fábricas, supermercados, calles humildes, zonas portuarias marsellesas. Según él, ésta debe ser la tarea de los intelectuales y los artistas.

Estudió sociología en la universidad de París en los años setenta y allí es donde conoció a René Féret. El éxito le llega en 1997 con "Marius et Jeannette". La película, con consenso unánime de la crítica internacional, cuenta la historia de amor entre pobres con gran dulzura pero sin ironía. A partir de entonces el guionista, realizador y productor consagrado se embarca en una carrera de más de una docena de películas.
En su filmografía destacan: "Último verano" (1981), "Rojo Sur" (1985), "¿Quién sabe?" (1985),  "Dios vomita a los tibios" (1989),  "El dinero da la felicidad" (1992), "Marius y Jeannette" (1997), "De todo corazón" (1998), "¡Al ataque!" (2001), "La ciudad está tranquila" (2000), "Marie-Jo y sus dos amores" (2002), "Mi padre es ingeniero" (2004) y "Presidente Miterrand" (2005).
   
En octubre de 2012 aterrizó por El Gallinero con “Las nieves del Kilimanjaro” (película 276 de nuestro catálogo), la cinta nada tiene que ver con la novela de Ernest Hemingway, sino con los sueños obreros, truncados durante la crisis. El guión de la película parte de una pareja estable que percibe el fracaso del sindicalismo. Ese año, con motivo de su estreno en España, declaraba: "La lucha de clases atraviesa el pueblo en sí mismo, a cada trabajador, porque el capital ha conseguido crear la ilusión de que todo el mundo era un poco capitalista, de que todos éramos burgueses; una ilusión que podía interiorizarse a través de pequeñas cosas concretas como el pequeño accionariado, el acceso a la propiedad".

Más recientemente ha estrenado "El cumpleaños de Ariane" (2014) y "Una historia de locos" (2015)



Otros miembros del Clan Guédiguian

Ariane Ascaride (Marsella, 1954)


Esposa y musa de R. Guédiguian, es la protagonista de casi todas sus películas. En 1998 ganó el premio César a la mejor actriz por su papel en “Marius y Jeannette”. También consiguió el galardón a la mejor actriz de la Seminci en 2000 por su interpretación en “La ciudad está tranquila” y en 2006 se alzó con el premio a la mejor actriz del Festival de Cine de Roma por su papel en “Le Voyage en Arménie”.




Jean-Pierre Darroussin (Courbevoie, Francia, 1953) 

Actor y realizador francés. Desde 1979 ha trabajado en más de cincuenta películas con directores como Jean-Jacques Annaud, Olivier Assayas, Bertrand Blier o Aki Kaurismäki. Es uno de los fijos en la plantilla de Guédiguian.

Gérard Meylan (Marsella, 1952) 

Es un actor, pero también ha trabajado como enfermero en el hospital público.
Su amigo y director casi exclusivo Robert Guédiguian (ha rodado más de quince películas con él) le brindó el papel clave de "Marius" junto a "Jeannette" (Ariane Ascaride ) en “Marius y Jeannette”. 


Jacques Boudet (Paris, 1939)

Básicamente es  actor de teatro.
En la gran pantalla ha trabajado con cineastas tan prestigiosos como Blier, Tavernier, Lelouch o Besson, pero es gracias a su colaboración con Robert Guédiguian como ha ganado notoriedad en el cine. El actor pasó a integrar la "familia" del director marsellés en su segundo largometraje, "Rouge Midi" (1983), y lo encontramos en casi todas sus películas. Así forma con Pascale Roberts una pareja tierna y divertida en "Marius y Jeannette" y "La ciudad está tranquila" . Al tener un aire de familia con Philippe Noiret , interpreta al hermano de este último en "Padre e hijo" de Michel Boujenah. En 2004 fue recuperado por su director fetiche, Robert Guédiguian,"Mi padre, es un ingeniero" en el que tiene como hija a la musa de la cineasta, Ariane Ascaride.
para


Vigencia y nostalgia de la Revolución

Robert Guédiguian sigue siendo un irreductible. Casi 40 años después de su primera película, "Último verano" (1980), el director continúa, a machamartillo, con su espíritu revolucionario, voz de la conciencia de la clase obrera de una Francia que, en estas cuatro décadas, ha cambiado mucho. Y seguramente no hacia su lugar soñado.
Sin embargo, a los 64 años, junto a sus modos batalladores, consciente de la ruta política hacia la que se ha dirigido buena parte de su país en los últimos tiempos, Guédiguian parece expeler una cierta desesperanza. Y el año 2017 es una muestra de esa ambivalencia: fue uno de los productores de la excelente "El Joven Karl Marx", didáctica de sus ideales, de sus orígenes, y dirigió la cautivadora "La Casa Junto al Mar", donde una sombra de abatimiento apunta a que las grandes ilusiones quizá hayan alcanzado la categoría de utopía. Una obra en la que el peso de la conciencia adquiere protagonismo, y en un tiempo en el que sus personajes —encarnados por los de siempre, los maravillosos Ariane Ascaride, Gérard Meylan y Jean-Pierre Darroussin — parecen casi más predispuestos para la armonía que para la contienda.
Por supuesto que aún hay motivos para la lucha —la inmigración, los refugiados, los despidos, los desmanes inmobiliarios, la tiranía del turismo…—, pero al mismo tiempo surge la búsqueda de una calma interior que desvela una pizca de cansancio. Así, esos afanes de sosiego llegan por el camino de la bondad, lo que en cierto modo no deja de ser ideológico. Sobre todo porque no se trata de una bondad natural, sino de una bondad elegida, buscada, trabajada y, al fin, lograda.
Con reminiscencias explícitas de El alma buena de Sezuán, de Bertolt Brecht, La Casa Junto Al Mar encuentra su momento cumbre en un flashback tan emocionante como amargo, en el que el director utiliza una secuencia de "¿Quién sabe?", su tercera película, de 1985, para mostrar el brío juvenil de un grupo de personajes de ficción que también eran combatientes artísticos, y aún pretendían cambiar el mundo. Una época puede que irrecuperable; para sus personajes, y para su cine.

(Jordi Costa, El País) 

Y me parece a mi

Quiero pensar que los que vienen de lejos nos harán mejores

Machacando sobre el yunque se forjan las mejores armas y herramientas y es ahí, en la fragua, donde siguen insistiendo Guédiguian y su equipo de artesanos, repiqueteando sobre el hierro acerado y el metal al rojo vivo.
Los que huyen de las propuestas del cine comprometido dirán: "más de lo mismo"; como si hubiéramos superado los problemas que se nos plantean a los ciudadanos de a pie: la injusta distribución de la riqueza; las democracias en peligro por el acoso del neoliberalismo que acumula el poder cada vez en menos manos; el enfriamiento de las relaciones entre los miembros de la propia familia, porque el sistema premia el egocentrismo; las ilusiones feneciendo, por antiguas, bajo el casco de la moderna insensatez...

Tres hermanos regresan a lo que fue el hogar de su juventud, una cálida y recogida ensenada cerca de Marsella. El padre, antaño muñidor ideológico y agitador del entorno y los sentimientos positivos, ha quedado en estado vegetativo, arrastrando a todos con su ausencia hacia salvajes cascadas de soledad y frustración.

Los días pasan lentos y monótonos y desde la paralizante situación burguesa, queda claro que la vida está ahí fuera, lejos de nuestro ombligo, lejos de los éxitos, lejos de los recuerdos (los buenos y los dolorosos) y también muy distante de nuestras pequeñas miserias.
 
spoiler:
Aquellos que debieran recoger las vivas antorchas de la esperanza, están ocupados plegando velas o tratando de agenciarse un chaleco salvavidas. Solo una refrescante brisa llega del exterior y, aunque el poder interesado nos la venda como amenaza, puede ser nuestra salvación, pues la gente que la porta entre sus manos no ha contraído aún la peste que anida ya en nuestras conciencias.
El error es luchar por nuestro futuro, hay que hacerlo por el de los demás, parece decirnos la última mirada del patriarca mudo.
Jaht

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