Last Days
Miércoles 19-Jueves 20/Diciembre 2007
Sala Avenida/Jaraíz
21:00 Horas
Gus Van Sant
GUIÓN: Gus Van Sant
MÚSICA: Rodrigo Lopresti
FOTOGRAFÍA: Harris Savides
REPARTO: Michael Pitt, Lukas Haas, Asia Argento, Scott Patrick Green, Nicole Vicius, Ricky Jay, Ryan Orion, Harmony Korine, Kim Gordon, Andy Friberg
GÉNERO: Drama | Biográfico. Música. Cine experimental. Cine independiente USA
DURACIÓN: 97 Min PAÍS: USA
SINOPSIS
Blake es un artista introspectivo que sufre el peso de la fama, las obligaciones personales y un profundo sentimiento de aislamiento. Un día, atraído por unos árboles impresionantes, se adentra en un denso bosque, donde encuentra un manantial de agua. Mucha gente le anda buscando: sus amigos, que sólo recurren a él cuando necesitan algo; los directivos de su casa de discos e incluso un detective privado. Blake busca en el bosque la inspiración para su última canción. Inspirada en los últimos días de vida de Kurt Cobain, cantante del grupo Nirvana y abanderado del movimiento "grunge".
¿Quién es quién?
Gus Greene Van Sant nació el 24 de julio de 1952 en Louisville (Kentucky), aunque pasó toda la infancia de un sitio a otro, debido a la profesión de su padre, un viajante de comercio. Desde muy pequeño, Van Sant se interesó por la pintura y también por el cine, ya que rodaba cortos autobiográficos en Súper 8 cuando todavía iba a la escuela. Al parecer, dudaba entre ser cineasta o pintor, y se decantó inicialmente por los lienzos, cuando decidió matricularse en 1970 en la Escuela de Diseño de Rhode Island, donde tuvo como compañero de clase al músico escocés David Byrne, fundador de Talking Heads. Sin embargo, al final cambió de parecer, y decidió que lo suyo era la pantalla grande, tras recibir un curso de introducción impartido por directores de vanguardia, como Jonas Mekas y Andy Warhol.
Sus películas más importantes: Mala noche (1985), Drugstore Cowboy (1989), Mi Idaho privado (1991), Todo por un sueño (1995), El indomable Will Hunting (1997), Descubriendo a Forrester (2000), Elephant (2003).
Tal como éramos
Y me parece a mi
Las moscas resisten el vacío
Es la película ideal para cabrear a
quienes conciben el séptimo arte como un mundo feliz y de
entretenimiento que habita un apartamento de su cabeza, donde está todo
contenido. Ese es el problema, que esta mágica, versátil y luminosa
experiencia del contar, y del escuchar, desborda nuestras parcelas de
entendimiento y nos obliga a invadir mundos desconocidos, para intentar
aprender y comprender. Ahí surge la colisión: muchos no están dispuestos
a pagar para interpretar al creador, para reflexionar sobre sus
cábalas, para sufrir con el perturbador realismo de los personajes. Sí,
es jodida la complicidad con quienes lo pasan mal, con aquellos que
deambulan chocando con cada obstáculo, sin encontrar descanso o puertas
de salida; como le pasa a Blake, al que Gus Van Sant convierte en otra
reencarnación más de un Kurt Cobain paradigma de los músicos desnortados
que a los 27 años se consideran amortizados. ¡Tantas veces lo hemos
repetido!: el cine es un amplio campo de múltiples posibilidades; y lo
que a ti no te gusta también es muy estimable.
Doy por hecho que quienes utilizan el exabrupto para descalificar una obra, lo hacen para desahogarse, saldando así el precio de la entrada o el tiempo perdido, y por tanto justificando la inversión; al igual que los hinchas de fútbol que, viendo perder a su equipo, arremeten con árbitros, linieres o rivales sin analizar más causas.
El que el director americano haya reservado para el espectador exclusivamente el rol de mirón, sin que pueda interactuar, sometiéndole al artificio del sueño con el fin de llevarle de paseo por la nada existencial, es otra razón de incomodo para aquellos que "rasgan sus vestiduras"
En nuestro Cineclub El Gallinero, estos imaginables últimos días del de Seatle, se convirtieron asimismo en motivo de polémica, debate y discusión. Han pasado 14 años de su proyección y nadie, por unas u otras razones, la ha olvidado. Uno de los objetivos de los hacedores de historias fílmicas es provocar, a ser posible, nuevas sensaciones (no necesariamente buenas); ellos odian la indiferencia. Está claro que, en este caso el de Kentucky, ha conseguido hostigar lo suficiente para que esta derrota de la vital naturaleza ante la abrumadora depresión, nos revuelva a la mayoría. Para mí eso es bueno.
Doy por hecho que quienes utilizan el exabrupto para descalificar una obra, lo hacen para desahogarse, saldando así el precio de la entrada o el tiempo perdido, y por tanto justificando la inversión; al igual que los hinchas de fútbol que, viendo perder a su equipo, arremeten con árbitros, linieres o rivales sin analizar más causas.
El que el director americano haya reservado para el espectador exclusivamente el rol de mirón, sin que pueda interactuar, sometiéndole al artificio del sueño con el fin de llevarle de paseo por la nada existencial, es otra razón de incomodo para aquellos que "rasgan sus vestiduras"
En nuestro Cineclub El Gallinero, estos imaginables últimos días del de Seatle, se convirtieron asimismo en motivo de polémica, debate y discusión. Han pasado 14 años de su proyección y nadie, por unas u otras razones, la ha olvidado. Uno de los objetivos de los hacedores de historias fílmicas es provocar, a ser posible, nuevas sensaciones (no necesariamente buenas); ellos odian la indiferencia. Está claro que, en este caso el de Kentucky, ha conseguido hostigar lo suficiente para que esta derrota de la vital naturaleza ante la abrumadora depresión, nos revuelva a la mayoría. Para mí eso es bueno.
Jaht
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