DIRECTOR
Filippo Meneghetti
GUIÓN: Filippo Meneghetti, Malysone Bovorasmy
MÚSICA: Michele Menini
FOTOGRAFÍA: Aurélien Marra
REPARTO: Barbara Sukowa, Martine Chevallier, Léa Drucker, Jérôme Varanfrain, Daniel Trubert, Hervé Sogne, Tara Klassen, Eugenie Anselin, Véronique Fauconnet, Aude-Laurence Clermont Biver, Denis Jousselin, Alice Lagarde
GÉNERO: Romance. Comedia. Drama | Homosexualidad. Vejez
DURACIÓN: 95 Min. PAÍS: Francia
SINOPSIS
Nina y Madeleine, dos mujeres jubiladas, están secretamente enamoradas
desde hace décadas. Aunque de cara a los demás, no son más que dos
vecinas, ellas vienen y van de una casa a la otra, compartiendo la
ternura de una vida en común. Hasta que un día, su relación se da la
vuelta a causa de un suceso inesperado.
¿Quién es quién?
Filippo Meneghetti nació en 1980 en Padua (Italia). Aunque lleva varios años en los aledaños cinematográficos, escribiendo y haciendo cortos, este que hoy nos ocupa, es su primer largometraje. Actualmente vive y trabaja en París. La película fue bien acogida en el Festival de Toronto y nos llega tras su aplaudido paso por USA, Alemania, Italia e Inglaterra.
Una de sus protagonista es Bárbara Sukowa, (Bremen-Alemania-1950), la inolvidable Hannah Arendt (Margarethe von Trotta) que estuvo entre nosotros hace justo siete años; una de las grandes damas del cine teutón que, aparte de la mencionada, también ha trabajado para directores como: John Turturro, Tim Robbins, Agnieszka Holland, David Cronenberg, Lars von Trier, Volker Schlöndorff, Michael Cimino... y el mismísimo Rainer Werner Fassbinder.
Y me parece a mi
Nina y Madeleine, perdonad.
Soberbio debut, en el largometraje, de
Filippo Meneghetti que ha contado una historia de esas que merecen ser
contadas, pero que nadie se atreve a hacerlo, por aquello de la
comercialidad y la previsible desgana, (prejuicio en el que no deberían
caer los buenos creadores), del moderno espectador de series y supuestas
nuevas historias,que en el fondo son más viejas que la pana; pero, eso
sí, tienen un glamuroso y colorido plastificado.
Las dos protagonistas, víctimas de la hipócrita corrección social, transmiten unos, más que argumentados, niveles de verdad y autenticidad; convirtiendo, al resto del reparto (hijos, cuidadores...) en auténticos soplapollas perdidos en la rutinaria pragmática, que no solo nos aleja de la felicidad, también del amor; ese estado del alma que debiera ser el guía de nuestros actos y no causa de peleas y desafectos.
La presencia temperamental de Barbara Sukowa; y también la dulce, resignada (aunque rebelde) sonrisa del personaje que interpreta Martine Chevallier, llenan la pantalla de una luz que emana de ellas y no de cuanto las circunda: una sociedad oscura y unas míseras soluciones más que olvidables.
Un auténtico regalo el que ha recibido el Cineclub El Gallinero, cortesía del 23 FCG (Festival Internacional de Cine LGBT de Extremadura). Es una inolvidable muestra que cumple todos los requisitos del buen cine: alimentar las conciencias, hacernos olvidar nuestras terribles pequeñeces y avisarnos de que los mundos de los otros sí importan y de que las relaciones bendecidas por la ternura, no solo no son peligrosas, son imprescindibles, para que nunca triunfe la glaciación universal de los sentimientos.
Las dos protagonistas, víctimas de la hipócrita corrección social, transmiten unos, más que argumentados, niveles de verdad y autenticidad; convirtiendo, al resto del reparto (hijos, cuidadores...) en auténticos soplapollas perdidos en la rutinaria pragmática, que no solo nos aleja de la felicidad, también del amor; ese estado del alma que debiera ser el guía de nuestros actos y no causa de peleas y desafectos.
La presencia temperamental de Barbara Sukowa; y también la dulce, resignada (aunque rebelde) sonrisa del personaje que interpreta Martine Chevallier, llenan la pantalla de una luz que emana de ellas y no de cuanto las circunda: una sociedad oscura y unas míseras soluciones más que olvidables.
Un auténtico regalo el que ha recibido el Cineclub El Gallinero, cortesía del 23 FCG (Festival Internacional de Cine LGBT de Extremadura). Es una inolvidable muestra que cumple todos los requisitos del buen cine: alimentar las conciencias, hacernos olvidar nuestras terribles pequeñeces y avisarnos de que los mundos de los otros sí importan y de que las relaciones bendecidas por la ternura, no solo no son peligrosas, son imprescindibles, para que nunca triunfe la glaciación universal de los sentimientos.
Jaht
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