miércoles, 20 de febrero de 2008

Película 135 # Año V

 El Camino de San Diego

Miércoles 20/Jueves 21/Febrero 2008

Sala Avenida/Jaraíz

21:00 Horas



DIRECTOR

Carlos Sorín

GUIÓN: Carlos Sorín

MÚSICA: Nicolás Sorín

FOTOGRAFÍA: Hugo Colace

REPARTO: Ignacio Benítez, Carlos Wagner La Bella, Paola Rotela, Silvina Fontelles, Miguel González Colman

GÉNERO: Drama | Fútbol 

DURACIÓN: 98 Min.

PAÍS: Argentina





SINOPSIS

Tati, un joven de la provincia de Misiones, es un fan loco de Maradona, como la mayoría de los argentinos. A pesar de haber perdido su trabajo y de que su situación económica sea dramática, Tati no pierde su espíritu jovial. Cuando la televisión informa del internamiento de Maradona en la Clínica Suizo Argentina de Buenos Aires por un problema cardíaco, Tati decide viajar a la capital para hacerle entrega personalmente de una talla esculpida en madera. Atraviesa el monte a pie cargando la escultura envuelta en papel de diario y un bolso con otras tallas que espera vender. Una vez en la ruta, conoce a Warguinho, comenzando así su periplo, rico en sorpresas y encuentros. ¿Logrará entregar la escultura a su ídolo? 
 
 
¿Quién es quién?
   Carlos Sorín es un director y guionista de cine argentino nacido en Buenos Aires en el año de 1944. Ha dirigido films como La película del rey (1985), La era del ñandú (1986), Eterna sonrisa de New Jersey (1989) Historias mínimas (2002), Bombón - el perro (2004) y El camino de San Diego (2006). En tres de ellas ha contado con la ayuda de su hijo, el compositor Nicolás Sorín, que ha intervenido en la producción musical. 

 
Por su trabajo ha recibido más de 20 premios nacionales e internacionales, entre ellos el Premio Konex - Diploma al Mérito 1991 como uno de los 5 mejores directores de cine de la década 1981-1990 en Argentina. En el año 2003, tuvo a su cargo la regie de la ópera Armida de Gluck en el Teatro Colón de Buenos Aires.​


Y me parece a mi 

Un pobre regalando humanidad

Siempre he mantenido la teoría, afirmada en los científicos datos de mi propia familia, de que los más humildes se apuntan en el mundo del fútbol, o cualquier otro deporte, a los caballos triunfadores. Esa inyección de moral que te da la victoria de tu equipo, la alegría de los jugadores, es justo lo que necesita un desafortunado para sobrevivir. El poder decir alguna vez, tras tantas amargas derrotas: ¡hemos ganado!; cuando el gol lo ha metido un tío que cobra, él solo, lo mismo que todos los de tu pueblo, sería patético sino fuera porque la ingenua entrega del aficionado es de corazón y este sentimiento tan puro y solidario cura todas las imperfecciones que arrastra la insensatez.

Yo, nunca me comportaría como Tati, el hombre que abandona todo (el que no tiene nada, nada tiene que perder), para llevar un presente que le ayudará, a Maradona, a salir del mal trance en que se encuentra. Nunca creeré en la capacidad milagrosa de los ídolos. Pero empatizo profundamente con las buenas personas, aunque hagan cosas increíbles, y es increíble que no hagan otras para hacerse valer y respetar.
El buen muchacho de Misiones, pese a todo, es positivo e inicia la peregrinación desde su remota aldea, convencido de que su acto es necesario y que ayudará a quien tanto le ayudó, a quien hizo campeón del mundo a un miserable parado como él.

Es esa certeza que quiere transmitir Carlos Sorín, de que la bondad de los invisibles, de los sin nombre, de los menesterosos, es de las mejores cosas que nos van quedando en este despiadado mundo, la que convierte sus películas en impagables lecciones de vida; y te embarcan en la certidumbre de que lo que realmente da satisfacciones y calienta el alma, son las pequeñas cosas, los actos desinteresados.

Este viaje iniciático que, ahora que no nos oye el mozo, no curará a San Diego; sí que servirá, un poco, para rebajar el colesterol de la cantidad de cuestiones inservibles que atoran nuestra existencia.
Jaht


Tal como éramos






 

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