domingo, 7 de octubre de 2018

Película 446 # Año XVI

Western
11 de Octubre/2018
Sala Avenida/Jaraíz
20:30 Horas



DIRECTORA

Valeska Grisebach






GUIÓN: Valeska Grisebach

FOTOGRAFÍA: Bernhard Keller 

REPARTO: Meinhard Neuman, Reinhardt Wetrek, Waldemar Zang, Detlef Schaich  

GÉNERO:   Drama / Inmigración

DURACIÓN: 100 Min.        PAÍS: Alemania 

AÑO: 2017



  SINOPSIS
Una cuadrilla de obreros alemanes sienta campamento en un pueblo búlgaro para levantar una central hidráulica. Molesta el descaro zafio de su despliegue, ofende la saña eficiente con que desarraigan el paisaje, y agravian con sus sudores masculinos de beberse la paga y silbar agudo al paso de las chicas. Va a estallar el conflicto...


¿Quién es quién?

Valeska Grisebach (Bremen, 1968)


Es uno de los mayores talentos de la nueva ola de cineastas alemanes. Se crió en Berlín, donde cursó estudios de Filosofía mientras comenzaba a desarrollar su pasión por el mundo del cine. Decidida a dedicarse profesionalmente a la dirección, Valeska pone rumbo a Viena donde se instala en 1993 para cursar estudios en el Departamento de Dirección de la Viena Film Academy, bajo la dirección, entre otros, de Michael Haneke.

En 1997 dirige su primer corto, pero es en 2001, con su ópera prima  "Mein Stern" cuando sale definitivamente del anonimato para entrar en el circuito festivalero con considerable éxito y algunos premios. El público tendrá que esperar cinco años para ver su segundo trabajo, "Nostalgia", película presentada con excelente acogida distintos festivales internacionales.
“Western” (2017), su tercer largometraje, participó en el 70º Festival de Cannes en Un Certain Regard y recibió numerosos premios en todo el mundo.





2017: Festival de Cannes: Un Certain Regard (Sección oficial)
2017: Festival de Mar del Plata: Mejor director
2017: Festival de Sevilla: Premio Especial del Jurado
2017: Premios del Cine Alemán: Nominada a Mejor película y Mejor director



La economía europea y el mundo del trabajo como territorio de desencuentros.

Sigue sorprendiendo que todavía recurramos a los arquetipos mayores del género, no solo en la construcción de paisajes o símbolos estéticos, sino en la alegoría masculina y en la fascinación por lo telúrico, para abordar exactamente igual que hace décadas una indagación universal alrededor de las fronteras, tanto físicas, como emocionales.
La realizadora alemana combate la dolorosa reconstrucción de la masculinidad fraguando un relato que acecha a la imagen triste y derrotada del hombre, a la misma vez que le tiende manos a una imagen de hombre también profundamente desconfiada con su historia.
Western socava la identidad masculina tejiendo una urdimbre de narraciones cruzadas calibrando todas las variables y motivos históricamente atribuibles a sus universos. Podríamos decir que su obra deconstruye unos mitos que con el tiempo perdieron cualquier arraigo con la realidad. 
Meinhard surge en escena desde la frondosidad de un bosque. Desconocemos el trayecto que lo conduce hacía ahí, pero se incorpora en el plano como una sugerente presencia de otro tiempo. El perfil de Meinhard dibuja la figura de un caballero andante, dando pasos firmes a un lugar inexplorado. Se une a sus compañeros, trabajadores alemanes que están en Bulgaria para construir una presa hidráulica. La cámara presta especial atención a su sensible soledad. 
Pocas películas hemos visto que sean capaces de abrazar de esa forma tan contundente la tristeza de un hombre.


Es palpable, loable, magistral, la capacidad que tiene Grisebach de apropiarse y metabolizar cualquier mitología bien sea del western o de la literatura popular, y ofrecernos un ejercicio sublime, e interesantísimo, acerca de la reconstrucción de la identidad masculina.
Western subvierte el discurso comúnmente unido a la cultura estadounidense por el escenario de la nueva Europa, muy bien hilado e interconectado con las políticas y problemas acaecidos en los últimos años.
(David Tejero Nogales. “El penúltimo mohicano”)


Y me parece a mi
 
Forastero, nunca debiste cruzar aquel arroyuelo

Además de una historia fronteriza y de vaqueros sin vacas, Valeska Grisebach, ha creado un relato que transita durante 100 minutos un campo plagado de minas, donde las amenazas circulan invisibles en el aire insano que respiran paisanos búlgaros y obreros alemanes; cabeza de puente, estos últimos, de empresas colonizadoras.

Los pueblos de la Europa de los capitales siguen estando tan lejos como lo estaban cuando había dos bloques. El no disponer de un idioma común sigue siendo un hándicap pero, como nos demuestra la película, no es el mayor de los problemas. Las diferentes velocidades que catalogan a las naciones como ricas o pobres, en función de su renta per cápita, en lugar de por su bagaje humano o cultural y el empeño en basar las relaciones en los intercambios comerciales, dejando de lado el aspecto cordial e incluso sentimental de la confraternización entre las gentes, nos está llevando a una unión sin alma donde el único vínculo identitario es el €uro.

La intranquilidad y el desasosiego, azuzados por actitudes arrogantes y machistas, son el resultado lógico; el mar de la desconfianza en que desembocarán los desencuentros entre los que se consideran invadidos y quienes parecen presumir por ser los invasores. Solo el hombre de pocas palabras, el más extraño de la cuadrilla de operarios, el prudente y misterioso, de nombre Meinhard, es capaz de conectar con los aldeanos y también con sus mujeres.

El lenguaje de la realizadora teutona, está despojado de alharacas, por lo que su obra puede resultar áspera, sin elementos opiáceos que distorsionen una triste realidad, a pesar de utilizar como curioso vehículo un género (western) que ha dado pie a románticas fantasías de héroes solitarios, en las que el bien, la amistad y los valores resultaban triunfantes.
 
Jaht




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