Solo nos queda bailar
Da cven vicekvet (And Then We Danced)
Jueves 19 de Noviembre / 2020
Sala Avenida / Jaraíz
20:30 Horas
DIRECTOR
Levan Akin
GUIÓN: Levan Akin
MÚSICA: Zviad Mgebry, Ben Wheeler
FOTOGRAFÍA: Lisabi Fridell
REPARTO: Levan Gelbakhiani, Bachi Valishvili, Ana Javakishvili, Giorgi Tsereteli, Tamar Bukhnikashvili, Marika Gogichaishvili, Kakha Gogidze, Levan Gabrava, Ana Makharadze, Nino Gabisonia, Mate Khidasheli, Aleko Begalishvili, Nia Gvatua, Lucas Hesling, Ketie Danelia, Giorgi Aladashvili
GÉNERO: Drama | Baile. Homosexualidad
DURACIÓN: 113 Min. PAÍS: Suecia
SINOPSIS
Merab lleva ensayando desde que era muy joven en la Compañía Nacional de Danza de Georgia con su pareja de baile, Mary. De repente, su vida da un vuelco cuando aparece el despreocupado y carismático Irakli y se convierte en su rival más poderoso, pero también en su mayor objeto de deseo. En una atmósfera conservadora, Merab se enfrenta a la necesidad de liberarse y arriesgarlo todo en el empeño.
¿Quién es quién?
Levan Akin, director y guionista, nació y se crió en Tumba, Suecia, en 1979 . Sus padres, de origen georgiano , se habían mudado a Suecia en la década de 1960, cuando Georgia era una de las repúblicas de la Unión Soviética . Levan Akin regresaba a Georgia todos los años con su hermana para las vacaciones de verano. Allí consolidó su conocimiento de la cultura georgiana y practicaba el idioma .
El año pasado su segunda película, la que hoy nos ocupa, fue lanzada con gran éxito de crítica. Se estrenó en la sección Quincena de los Realizadores del Festival de Cannes - 2019, donde recibió una ovación de quince minutos . También se presentó en la Seminci vallisoletana donde su protagonista, Levan Gelbakhiani (Chiatura-Georgia-1997), ganó el premio de interpretación por su primer papel en el cine. El 95% del reparto, todo georgiano, iniciaba su andadura cinematográfica con esta película.
Ambientada en Georgia, la película sigue a Merab, un estudiante de una escuela de danza tradicional que se enamora de su rival masculino. La Iglesia Ortodoxa de Georgia expresó oficialmente su desaprobación por la promoción y proyección de la película, y el estreno de la película en noviembre de 2019 provocó disturbios en Tbilisi y Batumi.
Georgia es un país soberano localizado en la costa del mar Negro,en el límite entre Europa Oriental y Asia Occidental. Geográficamente su territorio ha sido clasificado como euroasiático o como asiático dependiendo de la correspondiente convención, aunque cultural, histórica y políticamente, Georgia se considera como parte de Europa. Hasta 1991, formó parte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Comparte fronteras con Rusia al norte y noreste, con Turquía y Armenia al sur, y con Azerbaiyán al sudeste. La capital es Tiflis aunque desde 2012 el Parlamento tiene su sede en la ciudad de Kutaisi.
La población actual de Georgia anda cerca de los 5 millones de habitantes, donde étnicamente los georgianos forman la mayoría con cerca de 83,8%. Los azeríes forman el 6,5% de la población, los armenios el 5,7% y los rusos el 1,5% (la mayoría de los rusos han emigrado desde que Georgia declaró su independencia). Los abjasos y los osetios del sur (y los que están en la frontera con Osetia del Norte) han tratado de independizarse de Georgia desde la independencia de ésta.
Georgia fue una de las primeras naciones en adoptar el cristianismo como religión oficial en los primeros años del siglo IV. Hoy en día la mayoría de la población (84,6%) profesa el culto de la Iglesia ortodoxa y apostólica georgiana, una de las Iglesias autocéfalas más antiguas de la Iglesia ortodoxa.
Las aproximaciones que en el Cineclub hemos tenido con este país han venido a través de películas como Dede (Mariam Khatchvani), Mandarinas (Zaza Urushadze) (coproducida con Estonia y rodada en una provincia georgiana).
También es reseñable en este territorio la influyente presencia de los hermanos Babluani: Géla (director) [13 Tzameti, L'héritage...] y George (actor) [13 Tzameti, L'héritage, Dede...]. Así como la del padre: Temur Babluani [El sol de los insomnes, L'héritage]
Y me parece a mi
Esto, maestro, es también “gloriosa danza georgiana”
Aunque haya situaciones problemáticas y
condiciones humanas menos convencionales, que podríamos catalogar como
complicadas, lo cierto es que no es lo mismo padecerlas en unas u otras
partes del mundo. En Georgia, país con unos componentes tradicionalistas
y religiosos que justifican los comportamientos homófonos es
prácticamente un suicidio salir del armario y los caminos de la
liberación, que son los que quiere transitar Merab, están llenos de
maleza y zarzas, cuando no directamente de minas anti persona.
El director de orígen georgiano, aunque de nacimiento sueco, nos contaba en la rueda de prensa de esta 64 Seminci, que la idea de la película le surgió hace años cuando un día del orgullo gay una cincuentena de valientes quisieron manifestarse en la capital (Tiflis) y fueron casi linchados por un millar de ortodoxos que arremetieron contra ellos. Él, Levan Akin, desde su confort sueco, consideró que debía apoyar la causa de estos auténticos héroes.
Pero el segundo largometraje de este joven realizador no es tan solo un justo alegato a favor de las distintas orientaciones sexuales, es también un retrato de una sociedad desconfiada, harta de invasiones, que se envuelve en sus tradiciones para defenderse del exterior, porque el miedo y las guerras han acortado sus posibilidades de vuelo, y muchos jóvenes prefieren convertirse en “gordos y borrachos” antes que huir de la grisura a la que conducen la falta de libertad y oportunidades.
Hay que ser fuerte y osado para romper las cadenas y no todos encuentran en la oscura soledad, tras las puertas cerradas, el camino que conduce hacia la luz.
Los actores, novatos los principales, mantienen siempre encendida la llama de la credibilidad.
El director de orígen georgiano, aunque de nacimiento sueco, nos contaba en la rueda de prensa de esta 64 Seminci, que la idea de la película le surgió hace años cuando un día del orgullo gay una cincuentena de valientes quisieron manifestarse en la capital (Tiflis) y fueron casi linchados por un millar de ortodoxos que arremetieron contra ellos. Él, Levan Akin, desde su confort sueco, consideró que debía apoyar la causa de estos auténticos héroes.
Pero el segundo largometraje de este joven realizador no es tan solo un justo alegato a favor de las distintas orientaciones sexuales, es también un retrato de una sociedad desconfiada, harta de invasiones, que se envuelve en sus tradiciones para defenderse del exterior, porque el miedo y las guerras han acortado sus posibilidades de vuelo, y muchos jóvenes prefieren convertirse en “gordos y borrachos” antes que huir de la grisura a la que conducen la falta de libertad y oportunidades.
Hay que ser fuerte y osado para romper las cadenas y no todos encuentran en la oscura soledad, tras las puertas cerradas, el camino que conduce hacia la luz.
Los actores, novatos los principales, mantienen siempre encendida la llama de la credibilidad.
Jaht
36 espectadores
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