Deseando Amar
Fa yeung nin wa
(In the Mood for Love)
Miércoles 21 de Marzo/2021
Sala Avenida/Jaraíz
20:30 Horas
El mayor romance cinematográfico de todos los tiempos. Una película que, tras veinte años, conserva todo su esplendor en esta nueva edición remasterizada en 4K y supervisada por el propio Wong Kar Wai.
Una bella crónica del desamor y la soledad en forma de melancólica utopía romántica: una gran conquista que convierten a "Deseando Amar" en una obra decisiva (considerada por Cahiers du cinéma como la mejor película de la primera década del siglo XXI), una pieza de referencia inexcusable que ajusta cuentas con el pasado (el biográfico de su autor; el cinematográfico de todo un género) y que abre nuevas caminos (para Wong Kar Wai y para el futuro del cine) en el quicio mismo del cambio de siglo.
Hong Kong, 1962. Chow, redactor jefe de un diario local, se muda a un nuevo piso con su mujer. Allí conoce a Li-zhen, una joven que acaba de instalarse en el mismo edificio con su esposo. Ella es secretaria de una empresa de exportación y su marido está continuamente de viaje de negocios. Como la mujer de Chow también está casi siempre fuera de casa, Li-zhen y Chow pasan cada vez más tiempo juntos y se hacen muy amigos. Un día, ambos descubren algo inesperado sobre sus respectivas parejas.
Nacido en Shanghái, emigró a los cinco años a Hong Kong. Al provenir de la China Continental y hablar solamente mandarín y dialecto shanghainés, pasó por un difícil periodo de adaptación al cantonés que se habla en Hong Kong, por lo que pasaría horas en los cines junto a su madre.
El actual estilo artístico y nostálgico de Wong tomó forma durante su aprendizaje con Alan Tang Kwong-Wing, quien invertiría en la primera película dirigida por Wong, As Tears Go By (1988). La carrera de Wong despegó cuando dirigió Días salvajes (1990), a pesar de perder millones de dólares invertidos por Alan Tang.
Dentro de la industria hongkonesa, entre un cine mayoritariamente comercial, el director Wong Kar-wai aparece, con su visión poética de la vida, como un «poeta de la imagen» que, junto con su inseparable director de fotografía, el australiano Christopher Doyle, ha devuelto al panorama cinematográfico una revisión posmoderna y oriental de aquel estilo de cine que ya practicó en los sesenta la Nouvelle vague francesa, lo que naturalmente ha hecho que sea encumbrado por Cahiers du Cinéma, una de las revistas de cine más prestigiosas del mundo.
La poesía es difícil de contener incluso en las páginas de un libro, que Wong Kar-Wai haya conseguido para ella un espacio ideal dentro del formato cinematográfico es casi milagroso. Los gestos, las miradas, la escritura críptica del humo de los cigarrillos, el tiempo congelado, la lluvia construyendo recuerdos, la música tomando cuerpo en el centro de la espiritualidad... El resto es superfluo, solo sus anhelos pasean de la mano en el espacio infinito que hay entre sus frentes cuando respiran el uno del otro.
"Nosotros no seremos como ellos", se prometen una y otra vez con la tristeza que da la constatación de que su dulce afecto nunca será terrenal, aunque esté ahí, tan cerca como un aroma, cálido como el aliento que atraviesa la pared para ronronear sobre el pecho del vecino.
Después de esta exposición alguien aún me preguntará: ¿pero te ha gustado o no?; y le diré: tal vez sea una putada pero se me ha quedado tatuada en el alma, y cuando toma vida la tinta indeleble lloro por todos los heridos de la tierna pasión. Vivir con ese recóndito deseo es como morir joven, es como un castigo eterno que te obligará una y otra vez a volver al año 1962 y a la habitación cuyo número todos recordaremos para siempre.
Imprescindible ver 2046 que, aunque se estrenó cuatro años después, el autor recomienda verla antes. Según el hongkonés hay que ir hacia el futuro para materializar los recuerdos del pasado.