El Sabor de la Sandía
Tian bian yi duo yun
(The Wayward Cloud)
Miércoles 15/Jueves 16 de Marzo/2006
Sala Avenida/Jaraíz
21:00 Horas
La isla de Taiwán, también conocida en el pasado como Formosa (del portugués ilha Formosa, «isla Hermosa»), de unos 36 000 km², es una isla controlada y administrada por la República de China que se encuentra frente a las costas de la China continental. Ambos territorios se encuentran separados por el estrecho de Taiwán. Al norte de la isla se encuentra el mar de la China Oriental y al sur el mar de la China Meridional, mientras que la costa oriental de la isla está bañada por el océano Pacífico y el archipiélago de las islas Ryūkyū perteneciente al Japón.
Desde 1945, la isla y otras cercanas han estado bajo el régimen político de la República de China, el estado que gobernaba toda China hasta el final de la guerra civil entre el Kuomintang y el Partido Comunista de China, cuando este último se hizo con el poder en la China continental.
Desde entonces, el antiguo régimen chino se ha mantenido en la isla de Taiwán, dando lugar a una compleja situación jurídica y diplomática, aunque en la práctica es un estado independiente parcialmente reconocido como República de China o Taiwán.
De los habitantes originales de la isla (malayo-polinesios), sólo unos 370.000 en las zonas montañosas de la isla todavía conservan las culturas y las lenguas de sus antepasados. Entre un 10% y un 20% de la población de lengua china, según estudios basados en el ADN, tendría en mayor o menor grado ascendencia étnica malayo-polinesia.
La población total asciende a 23.113.090 habitantes (2011). La densidad de población es de 622 habitantes por km², la tercera de Asia Oriental tras Hong Kong y Japón. Taipéi, la capital, es la ciudad con mayor población (2.800.000 habitantes) seguida de Kaohsiung (1.500.000) y Taichung (850.000).El país se adaptó bien a la crisis de 1973, reconvirtiendo sus industrias al sector de las altas tecnologías, siendo hoy uno de los primeros fabricantes mundiales de microprocesadores.
Los enamoramientos en Taipei, un verano caliente y con restricciones de agua, no funcionan como si la pareja viviera en Alcorcón o en Baños de Montemayor. Tampoco los asiáticos que habitan una isla a tiro de piedra de China son tan locuaces como los andaluces. ¡Qué se le va a hacer! Las culturas son ricas en matices y los seres humanos, aunque nos parecemos en muchas cosas, somos, afortunadamente, muy diversos. No hay que considerar raro al que no actúa, piensa u obra como los "civilizados occidentales"; simplemente, ellos se lo montan de otra manera.
Los directores de la "Segunda Ola" del cine chino tampoco cuentan las cosas como los academicistas estadounidenses o europeos. Por eso precisamente son muy apreciables los puntos de vista de los creadores de otras latitudes, y si somos los de aquí quienes queremos acercarnos a sus universos únicos y originales, tal vez deberíamos ser un poco más respetuosos con sus propuestas, o pasar cortesmente de su oferta para no dañar la sensibilidad de nuestros estómagos, no preparados para exquisitos guisos con insectos fritos.
Yo no desprecio un buen plato de saltamontes, serpientes o blancos y suculentos gusanos de la madera. Tal vez por eso me ha llamado poderosamente la atención esta historia singular con múltiples hilos de donde jalar: amores de verano, soledades institucionalizadas, deshumanización tecnológica, ridículos gobernantes, sueños que alguna vez no lo fueron, discreción silente...Un drama que se convierte en cáustica comedia si la ves alejado; y, para más inri, sin agua en el cubo.
Cacareos
El sabor de la sandía será sin duda una de las pelis que pasará a la historia del Cineclub, no solo por su extraña aportación estilística, que a más de uno le dejó turulato; también por la polémica que desató el cartel-póster, pues al no contar en sus inicios con el original, se confeccionó uno con los fotogramas más llamativos, lo que significó un escándalo para las Amas de Casa Jaraiceñas que presentaron una queja al Ayuntamiento por lo que las pareció una obscenidad. Ni cortos ni perezosos, los responsables municipales retiraron el afiche sin contar para nada con la Asociación Cultural El Gallinero. Con posterioridad recapacitaron y lo volvieron a colocar, pero el intento censor ya había tenido lugar y aquello dio pie entre otras cosas a las coplillas que se muestran a continuación:
¡ Por fin!, tras cientos de proyecciones
Se habla en el pueblo entero
Del Cineclub Gallinero
Y no por nuestros desvelosSi no por unos pezones.
Así habló Doña Censura
Bien oiréis lo que decía:
Guerra al disfraz y a las tetas
Y a los bailes como orgías.
Tápenme todas las rajas
Aunque sean de sandía.
¡Que no señora, que no!
Que el mal no vive en el Cine
Ni en las carteleras
Que no es culpable Resines
Ni es pecado el ardor de primavera.
La moral en la entrepierna
El escándalo en la piel
Y la dignidad humana
En tiendas de Todo a Cien.
Y a lo nuestro que ya es hora:
Cuando me dijiste ven
A la “fila de los mancos”
No sabía que querías
¡ Vaya chasco!
Ver: El Sabor de la Sandía.
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