sábado, 5 de febrero de 2011

Relatos de Don Wayne XIII

         ¡Al abordaje!

―¿No habéis oído hablar de Vallo,
llamado el Pirata Rojo
y de su lugarteniente mudo,
conocido como el “Ojo”?

¡Al abordaje!


― Don Silvestre, ¿qué es abordar?
Lo preguntó Vicentito,
un compañero muy formal.
La pregunta la hizo un día
en la clase de Lenguaje,
mientras leía en silencio
un libro de Sandokán.

― Pero… ¿dónde vivís hijos míos?
¿es que no vais al cine?.
¿No habéis asistido nunca
a una batalla en la mar?
Pero… ¿no veis películas de barcos,
carreras por la cubierta,
disparos de cañonazos,
brincos por la arboladura,
combates, peleas, asaltos,
de los intrépidos piratas
al mando de su capitán?

¿No habéis oído hablar de Vallo,
llamado el Pirata Rojo
y de su lugarteniente mudo,
conocido como el “Ojo”?

Negamos con la cabeza.
― Bien, a ver como os lo puedo explicar.
Se dirige a la pizarra,
toma una regla bien larga
y nos espeta sin mas:
- ¡He aquí mi cimitarra,
naturalmente, deberéis poner de vuestra parte,
os lo tenéis que imaginar!

Se encarama de un salto en su mesa
y comienza a disertar:
― Este podría ser mi barco,
vuestros pupitres la flota enemiga serán.
Levanta la falsa espada,
pone una cara terrible
y finge vociferar:
― ¡Al ataque mis cachorros,
seguid a vuestro capitán!,
¡No temáis a los ingleses,
que al final se rendirán!

Saltó a la mesa de Pablo,
que se echó corriendo hacia atrás
y de ahí a la de Rosa,
que viéndole llegar volando
retiró el libro y el compás,
cuando ya se los iba a pisar.

― ¡Fijaos, queridos niños ―
aleccionaba sin dejar de gesticular―
humo y pólvora lo envuelven todo.
Los piratas enardecidos,
aúllan cada vez mas.
Corren por las amuras,
de estribor a proa van,
se agarran a los cordajes,
saltan por los cañones
y a golpe certero de sable
cortan las velas por la mitad!
Se escuchan pistoletazos
por aquí y por allá.

Nos quedamos boquiabiertos,
sin poder ni respirar,
¡Qué espectáculo temible!
¡Que manera de actuar!

De pronto zozobra el buque,
que es la mesa de Tomás,
y se fue a pique hasta el fondo,
arrastrando a Sandokán,
que se fue de cabeza al suelo,
dando una voltereta hacia atrás.

― ¡Ay, ay, que me he roto algo!,
¡ayudadme, no me puedo levantar!
Cuando íbamos en su auxilio,
Dña. Andrea, la maestra de gimnasia,
entraba ya,
debió escuchar la escandalera
y vendría a cotillear:
― Pero, ¿qué hace usted, D. Silvestre?,
¡Peor que un chiquillo y a su edad!
― No entiendo lo que ha pasado,
ya iban a capitular…
― ¡Déjese de bromas, hombre!,
acompáñeme, que le voy a curar.

A la vuelta del recreo
se quedó mirando al grupo,
con el cuerpo magullado,
nos volvió a preguntar:
― Niñas, niños,
¿por fin os habéis enterado
de lo que significa abordar?
Asentimos con la cabeza.
― Pues entonces… bien está.


En reconocimiento a Burt Lancaster y Nick Cravat por
la espléndida delicia corsaria de 1952 titulada “El temible burlón” (The Crimson Pirate)



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