viernes, 24 de mayo de 2013

Relatos de Don Wayne XXXVII


"Regresa a casa matada. Por las tardes, cuando ha conseguido reponerse, limpia una sucursal bancaria. Cobra por horas un dinero que, al vencer el mes, devuelve religiosamente a la entidad en concepto de abono por plazo de hipoteca. Le hubiese gustado ser artista, encontrar amantes con los que hacer el amor hasta perder el sentido y viajar hasta el agotamiento. Acude a las sesiones del Cineclub en compañía de un par de amigas."




37. Movie fans
 
Veneranda V. tiene 50 años, es conocida como “La Churrera”, aunque como todo dios sabe ni hace churros ni los ha hecho en su vida. Separada. Vive con su madre. Cocina y sirve comidas en el comedor del Instituto de Secundaria contratada por “SERVILUNCH”, una empresa de catering. Regresa a casa matada. Por las tardes, cuando ha conseguido reponerse, limpia una sucursal bancaria. Cobra por horas un dinero que, al vencer el mes, devuelve religiosamente a la entidad en concepto de abono por plazo de hipoteca. Le hubiese gustado ser artista, encontrar amantes con los que hacer el amor hasta perder el sentido y viajar hasta el agotamiento. Acude a las sesiones del Cineclub en compañía de un par de amigas.
Película favorita: “A Roma con amor”, Woody Allen, 2012.

«God save the inhabitants of the chicken coop»


Fernando J., 72 años, jubilado, viudo. Trabajó como ingeniero para la central nuclear. Reside en un ático con ascensor frente a la gasolinera. Cultiva un puñado de tomateras en la terraza del piso. Cada mañana, cuando sale a regar las plantas saluda al empleado de la estación de servicio desde lo alto. Su hermana Gloria, algo más joven que él, reside en Huelva. Nota que ha perdido capacidad de visión y siempre tiene mucho frio. Rehúsa ir al cine cuando las películas son subtituladas.
Película favorita: “El artista y la modelo”, Fernando Trueba, 2013

«God save the inhabitants of the chicken coop»


Imanol Z., de origen vasco, acaba de cumplir los 43. Hace siete años, mientras veraneaba en el camping “Los Alisos”, junto a la Garganta del Oro, cayó atrapado por el campo magnético de Teresita, la empleada de la recepción. Regresó aquel otoño. Sin trabajo fijo, se busca la vida como puede: camarero, trabajos en fincas, recolector de setas, peonadas de lo que salga... En temporada de cereza ayuda a Chechu con la fruta. Hasta hace poco, Imanol y Teresita venían juntos al cine, acoplados por la cintura; ahora, con un muchachín que ya gatea, tienen que turnarse.
Película favorita: “Amor bajo el espino blanco”, Zhang Yimou, 2012

«God save the inhabitants of the chicken coop»


Amanda Z., 34 años, vino al mundo cuando la década de los 70 daba los últimos coletazos. Sus progenitores, pareja de querencias tardo hippies, la inscribieron en el Registro con ese nombre en recuerdo del cantautor chileno Víctor Jara.  Estudió música en el Conservatorio de Zaragoza, especializándose en el corno francés. Se gana la vida dando clases de solfeo en la Escuela de Música. Tiene un novio que trabaja  como arquitecto en la ciudad alemana de Colonia. Se ven poco.
Película favorita: “El concierto”, Radu Mihaileanu, 2011

«God save the inhabitants of the chicken coop»


Américo T., 40 “tacos”. De niño le ingresaron en el seminario. Tenía quince años cuando los curas se percataron de que aquella iba a ser una vara imposible enderezar. Nunca ha quedado claro si fue él quien abandonó la institución religiosa o fueron los clérigos quienes lo pusieron de patitas en la acera. Imparte clases de Religión en bachillerato. Lo suyo es la Teología de la Liberación, no se considera un catequista. Es partidario de la eutanasia, del divorcio, de los anticonceptivos y del 15M. Ha tenido algunos desencuentros con el obispado, nada serio, cuenta con la baza del aprecio por parte del claustro y del alumnado. De momento le dejan vivir. Recomienda a sus alumnos películas que luego utiliza para fomentar el debate en las clases. No es raro que aparezca por el cineclub rodeado de chavalas. Sabe latín.      
Película favorita: “En un mundo mejor”, Susanne Bier, 2011

«God save the inhabitants of the chicken coop»


Sócrates Z. tiene 39 años. Trabaja como dependiente en una ferretería. No le gusta su nombre, le parece triste. Las películas le interesan poco, viene al cine en busca de soledad y un poco de calma. La idea de permanecer en casa, con la esposa y los críos enzarzados en pelea permanente se le hace insoportable. Huye de su domicilio dando un portazo. Los jueves aterriza por las últimas filas de butacas. Entra y sale de la sala con semblante taciturno. No se relaciona con nadie.
Película favorita: “Parque Vía”, Enrique Rivero, 2008

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Vega M. Solo viene al cine cuando se programan películas infantiles. En realidad no viene ella, la traen sus padres. La madre de Veguita es pediatra, su padre asesor fiscal. Tiene 6 años y, como le corresponde, estudia Primer Curso de Primaria. Lee con soltura. Atesora sus libros en una mochila escolar de color frambuesa que lleva grabados muchos dibujos de Hello Kitty. No tiene hermanos. Adora la pasta. Detesta las lentejas.
Película favorita: “El secreto de las hadas”, Robert Gannaway, 2012

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Cristobal C. (“Tolosa”) tiene 64 años. Se dice historiador, antropólogo y entendido en heráldica. Va de cronista oficial de la villa. Maniático, engreído y autosuficiente. Cree saberlo todo y dominar la vida local como nadie. En los corrillos intelectuales de la localidad es conocido como “Tolosa”, por aquello de que “to” lo sabe. No se pierde un pleno municipal, asiste a todos los certámenes literarios y es incondicional de las asambleas vecinales. Puede disertar durante horas de temas históricos o geográficos (hay quien asegura que lo que no sabe se lo inventa). Desde hace años lleva un escrupuloso control pluviométrico. Publica noticias y reseñas locales en el diario “La Provincia” del que se considera corresponsal destacado. Accede al patio de butacas atento a todo cuanto sucede a su alrededor, caminando más tieso que el periscopio de un submarino. Siempre elige asiento en el centro de la sala, lado de los pares, es decir, a la derecha.
Película favorita: “Tetro”, Francis Ford Coppola, 2010

«God save the inhabitants of the chicken coop»


Rosa C., joven de 25 años, maestra de Infantil en escuela rural. No está conforme con el mundo en que la ha tocado vivir. Por suerte para sus alumnos, todavía se encuentra en esa fase en la que un enseñante cree que mediante la educación reglada es posible construir una sociedad humanitaria, justa, civilizada y libre. Utiliza el cineclub como válvula de escape. En el vestíbulo forma piña con otros maestros y maestras como ella. Últimamente se les escucha hablar mucho de los recortes. Despotrican contra el Ministro y sus leyes educativas. No es raro verla venir ataviada con una camiseta de color verde. Rosa y los de su grupo tienen la costumbre de buscar nidal en la quinta fila de butacas, lado impar, a la izquierda.      
Película favorita: “Happy-Go-Lucky”, Mike Leigh, 2008

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Teodorín M. (“Teodorín”). Edad indeterminada. Residente en el “Centro Asistencial San Juan de Dios”, institución que da cobijo a un puñado de internos con discapacidad psíquica no severa. Incondicional del cine. Persona efusiva y sociable, gusta de saludar a todo el mundo a base de canoras voces. Cuando la cinta contiene escenas tórridas o de sexo explícito repite sesión. Si el argumento de la película se espesa cae derrumbado en la butaca y se duerme como un niño. A veces ronca.
Película favorita: “Batalla en el cielo”, Carlos Reygadas, 2005

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Iván G., guarda forestal de 30 años. Conoce los vericuetos de la sierra como nadie. De todos los que vienen al cine es el único que ha montado en un camión contraincendios o en helicóptero. Es experto en plagas de lagarta peluda y conoce al dedillo los hábitos nocturnos del lirón gris. Dice tener controlados a media docena de pirómanos de esos que aprovechan los calores para darle fuego al monte. Todavía no ha podido denunciar a ninguno por falta de pruebas. A Iván le gusta el cine documental, es un entusiasta de la naturaleza y de la costa murciana de Cabo Cope. Asegura que no hay nada como las “paradisíacas” playas de Cabo Cope para pasar unos días de vacaciones dedicándose al buceo; cuenta que hace tres o cuatro veranos, mientras practicaba snorkel en la Cala del Rayo, vio un pulpo “tal que así”, lo dice abriendo mucho las manos de lo que se deduce que el cefalópodo debía de ser muy grande. Sus padres tienen allí un chalet donde pasa un mes al año, siempre fuera de época estival.              
Película favorita: “El viaje del emperador”, Luc Jacquet, 2005

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Ángel M. con 17 años es el paradigma del estudiante repetidor y fracasado. Consiguió acabar la Primaria arrastras. Tras ese desembarco se le presentó por delante el paisaje de una Educación Secundaria con forma de escarpado acantilado imposible de escalar. Decidió que le resultaba más cómodo quedarse tumbado al sol en las playas de la indolencia. Hará cosa de un año, encontró empleo en “Viveros Doña Jimena”, una empresa de jardinería con nave en el polígono. Brega seis días a la semana entre macetones, esquejes y palés de mantillo. A estas alturas, ya ha comenzado a notar las escoceduras que provocan en el culo las costuras del buzo de trabajo. Tiene un amigo, Driss, de origen marroquí con el que viene al cine de vez en cuando.
Película favorita: “La parte de los ángeles”, Ken Loach, 2012

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Loren(za) F. luce 57 años, ojos claros y una risa cautivadora. La desgracia de la polio  se cebó en ella durante la más tierna infancia. Se desplaza en silla de ruedas, vehículo al que Loren apoda “La Bultaco”. Es una mujer todo terreno, nada se le pone por delante. Vende cupones de la ONCE en el puesto que hay junto a la parada de autobuses. Acabada la proyección se arrima a los sedientos para enfilar calle peatonal adelante camino de la pizzería “La Pergola” en busca de jarana. Opina que para aliñar un gintonic como dios manda no hace falta limón sino un par de rodajas de pepino o unas pepitas de enebro. Aguanta hasta que los dueños echan el candado. En época de fiestas patronales se pasea por la plaza sentada en la Bultaco ataviada con traje regional. Dispone de carnet de conducir, manejando con habilidad asombrosa un turismo adaptado a su discapacidad. El verano pasado de fue de vacaciones a Cabo Cope. Con el forestal.
Película favorita: “De óxido y hueso”, Jacques Audiard, 2012

«God save the inhabitants of the chicken coop»


Trinitario M. (“La Trina”) tiene 57 años. Cuenta que cuando era chico lo que más le gustaba era jugar a “cocinitas” y a “la plancha”. No ha tenido necesidad de salir del armario, desde niño se negó a meterse dentro para acabar convertido en pasto de polillas. Vital, ingenioso y extrovertido, derrama feminidad por cada costura; asegura que lo suyo le viene de un “muñecazo” que le dieron de pequeño. Trabaja de encargado en una franquicia de moda especializada en lencería femenina. Defiende el matrimonio entre personas del mismo sexo con la única condición de que a él le toque desempeñar en papel de esposa. Lo que más echa de menos en esta vida es no haber tenido un par de buenas tetas, menstruar y ser madre. No tiene rival cantando coplas. Cuando una película le parece “dura” se lamenta en tono irónico: “Hay que ver, hija, lo seria que se pone la gente, que una todavía tiene el cuerpo para durezas… pero de las otras”.
Película favorita: “Reality”, Matteo Garrone, 2012

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Jesús Emiliano I. (Chechu) tiene 58 años. En su juventud trabajó en la construcción y fue portero de la discoteca «Géminis». Los que le trataron en aquella época afirman que era un tipo fornido de empujón contundente y hostia categórica. Actualmente vive en el campo, es agricultor “en ecológico”. Hace años adquirió una finca en la ladera de la sierra, allí, con sus propias manos, levantó la cabaña donde vive. Cultiva árboles frutales. Ha renunciado a la televisión, al automóvil, al teléfono portátil y a facebook. Calza botas de trabajo que se compra en el LIDL. Viste pantalones de pana, camisetas de algodón o jersey de lana, según la estación del año. Trota por el carril de tierra que baja al pueblo a lomos de una bicicleta sin guardabarros. Se hace acompañar por una perra labradora a la que llama “Pamela”, en recuerdo de la vigilante de la playa. Cuando Chechu se baja al cine, la Pamela se queda sola bajo el porche y da en aullar.
Película favorita: “Miel”, Semih Kaplanoglu, 2011

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Iluminada B. tiene 32 años. De niña aspiraba a ser atleta. Curso estudios de Educación Física en el I.N.E.F. A los treinta alquiló un local que acondicionó como gimnasio; durante el curso, imparte sesiones de aerobic y pilates dirigidas a las amas de casa. Es sobrina de la alcaldesa. La Concejalía de Juventud y Deporte la contrata durante los meses de julio y agosto para ejercer funciones de socorrista en la piscina municipal. Iluminada es lectora compulsiva, aprovecha las horas de tedio bajo la sombrilla para devorar todo lo que se pone al alcance de su mano. La pasada campaña se leyó treinta novelas en dos meses; De entre todas, recomienda leer «Miramar», de Naguib Mahfuz. Es una de las dos amigas que acompañan a Veneranda al cine.  
Película favorita: “Una botella en el mar de Gaza”, Thierry Binisti, 2012

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Sagrario J. tiene 55 años. Apenas tuvo tiempo de vivir la Transición española. Entre los dieciocho y los 44 trabajó en Suiza, montaba juguetes en una fábrica de Vevey. Retornó junto a Justino, su marido, con algunas perras ahorradas. Ambos regentan la “Carnicería Béjar”, la que hace esquina con la Plaza Mayor. Sagrario regresó del país helvético imbuida de las ideas republicanas. Cuando pasan las noticias deportivas de los telediarios, no soporta escuchar las declaraciones de Rafa Nadal o de  Fernando Alonso, le recuerdan la cantinela mononocorde e insípida del Príncipe Felipe. Sagrario y Justino tienen una hija, Mamen, es la secretaria del Cineclub, la que se encarga del cobro de las cuotas.  
Película favorita: “Un franco 14 pesetas”, Carlos Iglesias, 2006

«God save the inhabitants of the chicken coop»


Renzo C. tiene 41 años, usa lentes redondas estilo Lenon y exhibe una larga melena rubia que se amarra a la nuca en forma de cola de caballo. Es natural de Varese (región de Lombardía). Del italiano, como del río Guadiana en sus mejores tiempos, se puede decir que aparece y desaparece cuando le viene en la gana. Lo frecuente es verle emerger a principios del otoño o en primavera, épocas que coinciden con la actividad micológica. El lombardo se dedica la exportación “en frío” de hongos y setas. Compra el producto, boletus, cesáreas, rebozuelos o níscalos, a los recolectores locales, para luego proceder a su congelación en grandes cámaras que guarda en un viejo barracón de las afueras. Es cumplidor y paga al día. Acabada la temporada carga todo el producto en un camión frigorífico y se lo lleva para Italia. Gusta de circular de un lado para otro encaramado sobre una Benelli de gran cilindrada, con la cabeza protegida por un casco de color verde con forma de media sandía. Las verdaderas pasiones de Renzo son la música y los ovnis; su guitarra y un potente telescopio para observar el cielo nocturno son lo esencial de su equipaje. Padrino de Veguita, Renzo, es compadre de la pediatra y del asesor fiscal. Para unos un bohemio, para otros un vividor, lo cierto es que ha sabido hacer de la exportación del los “fungo” un negocio muy rentable. El de Varese se pasa la mayor parte del año viajando o tirado a la bartola, abrazado a su guitarra, a su telescopio y, últimamente, a su Rosa, la maestra de Infantil.
Película favorita: “Melancolía”, Lars Von Trier, 2011.

«God save the inhabitants of the chicken coop»


Epílogo

En la ciudad suiza de Vevey (cantón de Vaud), hay una plaza a orillas del lago Lemán, en ese lugar se yergue una estatua de Charles Chaplin que mira hacia el lago. Durante sus años como emigrada en la ciudad, Sagrario, visitó muchas veces ese parque, acudía allí para pasear y jugar con sus dos hijos.

Cristóbal vive en el número 6 de la calle Luis Buñuel.

Siendo Amanda estudiante en Zaragoza, tenía por vecino de piso a un hombre muy anciano que aseguraba haber sido actor de películas en papeles secundarios. Amanda no recuerda su nombre.

Teodorín colecciona celosamente en la taquilla de su habitación los afiches que le regala Lola, la taquillera.

La mascota de Veguita es un hámster llamado Neo.

Desde su jubilación, coincidiendo con la llegada de noviembre, Fernando, prepara el petate y se larga para Huelva, a casa de su hermana Gloria. Aprovecha para ver una docena de películas en el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva.

Un sábado por la mañana, cruzaba Veneranda la plaza camino de la pescadería cuando se tropezó en plena calle con el actor Paco León que tomaba unas cañas en la terraza del Bar Gredos. No se atrevió a pedirle un autógrafo, pero le hizo mucha ilusión reconocerle.

La primera novia que tuvo Imanol se llamaba Irache, era hija del dueño del Cine Iruña, en Pamplona.

Renzo jamás le pondría “pegas” a una película e Lars Von Trier.

Cada otoño el cielo se puebla de oscuras bandadas de estorninos que inmigran desde Ucrania. Se mueven en masa, formando nubes oscuras que a Sócrates le recuerdan la película de Alfred Hitchcock “Los Pájaros”.

Américo guarda en su casa el nº 565 de 1987 de la revista Interviú en el que aparecía una jovencísima Maribel Verdú escasita de ropa. De vez en cuando, en sueños, vive experiencias eróticas con la actriz.

Actualmente Iluminada está leyendo el libro de relatos cortos “Aquí yacen los dragones” de Fernando León de Aranoa.

Trinitario conserva en casa como una reliquia el Cinexin que su abuelo le regaló al cumplir los cinco años; además, es socio honorífico del Club de Fans de Sarita Montiel.

El aula donde Rosa imparte clase cuenta con ordenador y pantalla digital. Una vez a la semana pone a sus alumnos películas de animación en inglés para facilitar su inmersión en ese idioma.

Lorenza guarda en la guantera de su vehículo adaptado varios Cds con bandas sonoras de películas. Los escucha cuando va de viaje.

Iván relata a todo aquel que quiera oírle que una noche de marcha echó un polvo con una chavala belga entre las arenas de El Sombrerico (Águilas), playa donde, según afirma, Benito Rabal rodó en 2003 la película “El Furgón”.

Tanto por su forma de vida como por su estampa, hay quién compara a Jesús Emiliano con el “Jeremiah Johnson” (Robert Redford) de la película de Sydney Pollack.

Ángel se arregla el pelo una vez cada dos meses. Mientras espera turno en la peluquería de Paco le gusta hojear la revista Fotogramas.




 

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