miércoles, 17 de febrero de 2010

Película 202 # Año VII


Buscando a Eric
18 y 19 de Febrero
Sala Avenida - Jaraíz
21:00 hrs

Director: Ken Loach
Intérpretes: Gerard Kearns Stephanie Bishop Eric Cantona ,Steve Evets
Título en VO: Looking for Eric
País: Bélgica, Francia, Gran Bretaña, Italia
Año: 2009
Fecha de estreno: 27-11-2009
Duración: 116 min.
Género: Comedia dramática
Color o en B/N: Color
Guión: Paul Laverty


Sinopsis argumental
      Eric Bishop, un cartero de Manchester fanático del fútbol, atraviesa una dura crisis vital. Delante de sus narices sus dos hijos hacen trapicheos de todo tipo, su hija le reprocha que no sepa estar a la altura y en general su vida sentimental es desastrosa. Ni siquiera el buen ambiente que vive en el trabajo consigue levantarle el ánimo. Inesperadamente, una tarde se aparece ante él, en su propia casa, Eric Cantoná, su mayor ídolo.


Alpiste
      Después de tratar temas espinosos en El viento que agita la cebada y En un mundo libre... el británico Ken Loach nos sorprende con una comedia agridulce sobre un cartero con continuas crisis de pánico que recibe consejos, a través de su imaginación, de su ídolo futbolístico Eric Cantoná. Buscando a Eric ha sido escrita por Paul Laverty, habitual guionista de Loach y pareja de la cineasta española Icíar Bollaín, como una original historia de amistad y descubrimiento de uno mismo, además de una caricatura del personaje del propio Cantoná.
      Steve Evets, actor inglés que se ha dejado ver en producciones independientes como Summer, fue nominado a los Premios del Cine Europeo por su papel del indeciso cartero Eric Bishop. Su compañero de reparto, y ocasional guía espiritual, es el mismísimo Eric Cantoná, que sigue sumando títulos a su carrera como actor después de intervenir en Elizabeth o La fortuna de vivir. El ex-jugador del Manchester United ha participado activamente en la elaboración del filme con la idea de hacer una película sobre su relación con los hinchas. Buscando a Eric fue presentada en la edición 2009 del Festival de Cannes, llevándose el Premio del Jurado Ecuménico.
      Utilizando a Cantona y su filosofía llena de proverbios, Loach muestra la importancia del trabajo en equipo y del diálogo como terapia en una cinta que, para sorpresa de la crítica, flirtea con elementos fantásticos -frente a su habitual realismo social- y se desarrolla en un marco futbolero, cuando él es un reconocido fan del cricket. Como es costumbre, el reparto es casi desconocido, y la metodología de rodaje berlangiana (si se me permite): el guión se entrega el mismo día de rodaje y se retiene cierta información para buscar espontaneidad ante la cámara. Lógicamente, el rodaje en orden cronológico se hace necesario.
      Así, sobre la primera aparición de Cantona ante Bishop, Loach explica: "queríamos que la sorpresa fuera total, así que lo retrasé todo lo máximo posible. En el último momento, le dije a Steve que saliera para descansar, y Eric entró en la sala y se metió bajo una tela negra. Cuando la quitamos, reaccionó sorprendido de manera natural, no lo esperaba. Y no fue fácil, porque Cantona es un tipo muy grande, fornido, llama la atención y no es fácil ocultarle en un rodaje".

“Sería grande aprovechar la energía de los futboleros
para una causa política.”
Ken Loach

"Cuando Éric jugaba en Inglaterra, los medios hablaban de él como una suerte de filósofo francés, fusión de talento y sabiduría. Y él ponía mucho de su parte con sus solemnes y aforísticas declaraciones. Quisimos conectar eso con su imagen de hombre del pueblo, cercano a sus admiradores."
K. Loach
"Aquel que nunca se atreve a tirar los dados, nunca sacará un seis."
E. Cantona
"Fui con Éric a un partido de Champions del Manchester contra la Roma y los aficionados aún coreaban su nombre. ¡Y hace 12 años que dejó el fútbol! Cantona es irrepetible."
K. Loach

El otro pollo
      Vinnie Jones, antaño jugador del Chelsea y del Leeds United, es la otra cara reconocible de los actuales actores ex-futbolistas, y ha disfrutado también de una fructífera carrera cinematográfica, impulsada a partir de las dos primeras producciones de Guy Ritchie, Lock & Stock (1998) y Snatch: Cerdos y diamantes (2000). Le vimos también en 60 segundos o X-Men, y hay quien le señala como Niko Bellic en la adaptación a la pantalla grande del juego GTAIV.


Cuando la leyenda se come al fútbol
o un breviario de quién es Cantoná para que no te tachen de inculto
(porque o no has vivido o lo has hecho bajo una piedra)

     Aunque no te guste el furgo, uno no puede ir por el mundo sin saber quién ha sido Cantoná; así, con la tilde en la a, no vayamos a cagarla nada más abrir la boca en el bar. Éric Cantona, nacido en Marsella (24 de mayo de 1966), aunque de madre española y padre italiano, y perteneciente a la etnia gitana, es una leyenda viva: su apellido siempre será sinónimo por antonomasia de patada voladora, un título ganado por derecho propio durante su célebre etapa como jugador del Manchester United, aunque aquel incidente no deje de hacer una cierta luz de gas a otros episodios de su heterodoxa trayectoria deportiva.
      A pesar de dejar el colegio a los 15 años para unirse al club de fútbol Auxerre, donde firmó su primer contrato profesional, el espíritu artístico de Cantona necesitaba beber de otras fuentes e instaba a su padre, un enfermero psiquiátrico aficionado a la pintura, a que le llevase a exposiciones.
      En 1983 debutó con el Auxerre, un club por el que siente una simpatía que le llevó a soltar una de sus perlas: "Francia no merece al Auxerre. Inglaterra sin dudas, pero no Francia". En 1988 fue traspasado por una cifra récord al Olympique de Marsella, pero su carácter conflictivo hizo que no triunfara en este club y fuera cedido primero al Girondins de Burdeos y después al Montpellier. Tras regresar en 1990 al Olympique se desvinculó al año siguiente para fichar por el Nîmes. Pero protagonizó un incidente al lanzarle el balón a un árbitro en la cara y fue duramente sancionado. Herido en su orgullo decidió rescindir su contrato y retirarse del futbol.
      Un mes después hizo caso a los que le aconsejaban irse a Inglaterra e hizo una prueba con el Sheffield Wednesday, que no lo aceptó, pero sí lo hizo el Leeds United. Cantona hizo una gran aportación a la consecución del título de liga conseguido por el club de Yorkshire, pero no duró mucho en este equipo. Sus problemas con la directiva hicieron que en diciembre abandonara repentinamente al club que lo recuperó para el futbol y se fue al Manchester United por 1'2 millones de libras.

El incidente
      1995.
     25 de enero.
     Jornada de la Premier League.
     El Crystal Palace recibía al Manchester United en el estadio Selhurst Park y en aquel partido Éric Cantona iba a pasar a la historia. Tras una entrada inexistente, Cantona es expulsado por el árbitro. Mientras las cámaras muestran las protestas de los jugadores, Cantona sale de cuadro y se supone que del terreno de juego; el campo es un hervidero y, a pesar de la algarada, Cantona acierta a escuchar el insulto racista de un supporter del Crystal. Ni corto ni perezoso se lanza contra el desgraciado a lo kung-fu -que así aparece en todas las referencias-, saltando por encima de las vallas publicitarias y haciendo un impacto certero con su bota sobre el pecho del desaforado. El follón queda servido (en ambos sentidos), pero a Cantona le sobra género aquella noche e intenta volver con un par de puñetazos en mitad del tumulto generado. Sus compañeros acuden y lo evacúan del lugar, mientras el griterío se funde con el abucheo y llueven objetos poco aerodinámicos. La leyenda acababa de escribirse en los anales de la historia contemporánea, aunque la minuta le costó al jugador nueve meses de inactividad como sanción y dos semanas de prisión, que finalmente fueron sustituidas por 120 horas de servicios comunitarios.


      Su habilidad con las piernas no era exclusivamente hostil, y su fama contemplaba también la técnica con el balón y una gran calidad frente al gol. Con el número 7 de los Red Devils, el apelativo The King y las solapas de la camiseta levantadas, Cantona se consagró como un mito para su afición, que en el año 2001 le nombró el mejor jugador del siglo XX. 
      Paradójicamente nunca destacó con la selección francesa. En 1988 insultó gravemente al seleccionador Henry Michel y fue apartado durante un año. Con Michel Platini como seleccionador disputó su única competición internacional, la Eurocopa de Suecia 1992; pero los franceses fueron eliminados en primera ronda. En 1994 fue nombrado capitán del equipo nacional. El incidente de Selhurst Park hizo que Aimé Jacquet dejara de convocarle, a pesar de la presión popular y de la prensa de su país, y en consecuencia se perdió la Eurocopa de 1996 que se celebró en Inglaterra. Jamás disputó un Mundial puesto que su selección no se clasificó para Italia 1990 ni para Estados Unidos 1994. Se retiró definitivamente del fútbol profesional en 1997 antes de ver cómo su carrera deportiva comenzaba a declinar, y entonces se interesó por el fútbol playa, ejerciendo de jugador y entrenador del equipo francés.


Aproximación al hombre inquieto
    Hasta aquí el futbolista. Pero Cantona, antes que un jugador polémico, siempre fue un artista. Prestó su imagen para anuncios publicitarios, como aquella imprescindible campaña del Joga Bonito de Nike en el que propagaba un manifiesto en favor del fútbol espectáculo y contra los tramposos, acaso para redimir antiguos pecados.
      Su curriculum oficial llama la atención. Durante su estancia en Borgoña se dedicó ampliamente a la pintura. En 1998 expuso sus violentos lienzos expresionistas en Marsella, con colores, fuego y dólares por todas partes. También fue un coleccionista precoz. A los 22 años compró una decena de cuadros de pintores postimpresionistas. Ha intervenido en once películas, desde La felicidad está en el campo (E. Chatiliez, 1995) hasta su último trabajo en Ensemble, c’est trop (L. Fazer), que se estrena hoy. Recorrió la alfombra roja del último Festival de Cannes como actor y coproductor de Buscando a Eric.  Desde hace siete u ocho años ya no pinta: ahora se dedica a la fotografía analógica, sin reencuadres ni retoques. Son fotografías en bruto, como su personaje, y no quiere que retoquen las fotos que le hacen a él. “¿Por qué van a mejorarme? Yo no vendo ilusión”. Hace fotos sobre la tauromaquia en blanco y negro y en el libro Elle, lui et les autres reúne sus retratos de personas sin techo para la Fundación Abbé Pierre, aunque ya ha manifestado que algún día será fotógrafo de guerra -"Dentro de siete años".
      Admira a poetas como Ezra Pound, Antonin Artaud, Yves Bonnefoy; a los cineastas Pasolini, Renoir y Fassbinder; a los escritores Oscar Wilde y Hermann Hesse; a pintores como Zoran Music o Antoni Tàpies.
      Colecciona obras de fotógrafos como Saul Leiter, Sarah Moon o el chino Fan Ho. Ha producido obras de teatro y ha creado su propia productora, Canto Bros. Acaba de debutar en el teatro a lo grande, solo sobre el escenario durante hora y media, interpretando a un moribundo sepultado bajo unos escombros en Face au paradis, de Nathalie Saugeon, en el Marigny de París. "Ya sé donde me meto. Mi objetivo cuando era crío era interpretar mi obra delante de 80.000 personas, y lo he hecho. Así que una sala con 400 butacas…".
      Todo un conjunto coherente que delimita lo que consume Cantona: un arte expresionista que, como la obra que va a interpretar, habla de la muerte, de la guerra, de la exclusión, del desarraigo y de las pesadillas. Y también de la búsqueda de uno mismo."Hay tantas cosas que quiero hacer..."
      Francia se muestra escéptica ante la faceta artística de Cantona. Su imagen es la de un hombre indómito y arrogante que no consigue encontrar su sitio. Por el contrario, Inglaterra lo adula de una manera inimaginable para los franceses. Es cierto que para Cantona, el fútbol pertenecía al ámbito del arte. Jugaba con el torso erguido y celebraba sus goles parándose en seco, con los brazos abiertos, como si estuviese absorbiendo el clamor del público. Cantona, el hombre de los proverbios, sigue siendo un enigma con el corazón abierto.
Un futbolista sin habilidades es
como una empanada sin relleno: vacío.
Éric Cantona

Graznidos cercanos
      El tiempo ha acabado por ablandar el corazón materialista de Ken Loach. La miseria de los humildes sigue clamando al cielo, pero los finales felices son ahora una posibilidad viva en un cine en el que antaño eran sólo una incómoda antítesis y una desviación edulcorada de las fauces de la realidad mordiente.
      Loach se concede ser romántico; se viste de Capra abriendo ventanas a segundas oportunidades; como James Stewart en "¡Qué bello es vivir!" Eric descubre que nadie es inútil si tiene amigos, y que no hay error que el tiempo no pueda enmendar, o pecado que no encuentre el camino a la salvación.
      Sin inclinar la rodilla ante la mediocridad, es, no hay duda, un Loach menor, como casi todos los de la última década, pero delata también la madurez sentimental de un cineasta que ya no tiene cuerpo para salir a partirse el pecho por la clase obrera en las barricadas.
      Los viejos rockeros del cine social nunca mueren: se adaptan a los nuevos tiempos, y abren YouTube, y matizan o aliñan su discurso, siempre a favor de los trabajadores. Ken Loach (que, de vez en cuando se escapa al pasado, pero siempre para contarnos que de esas lluvias, esos lodos) es un hombre de su tiempo y un cineasta del momento. Y la referencia a YouTube no es gratuita: ese contenedor de joyas y marranadas desempeña su misión en la historia del alfeñique protagonista, Eric, sucesor espiritual de Carla, Joe o la Ladybird de esos anteriores llantos por el currante. Más naïf que de costumbre, el realizador acude al Woody Allen de Sueños de un seductor y, discutible o no, introduce un elemento fantástico a la consabida cháchara.
      Porque el humor en su filmografía no es una novedad: es la válvula de escape para que la bombona de gas cutre no estalle en el piso desvencijado de sus criaturas. Quizá es que a la lucha de clases le falta mirar menos con ira y más con imaginación: por mucho que se empeñen, la reina Victoria sigue ahí, solo muta, y cambia de cara y de métodos.

Estilos de canto

"La mejor medicina del año. Fabulosa."
Baz Bamigboye - Daily Mail

"Vayan a verla. Es aquello para lo que están los cines."
Word Magazine

"Cálida, impactante, bien dirigida y, todo sea dicho, obvia. Tremendamente obvia."
Luis Martínez - El Mundo

"Hilarante y tierna (...) transmite sensación de verdad, sorna, humanidad, un ojo y un oído privilegiados para captar la imagen, los sentimientos y los sonidos de la calle."
Carlos Boyero - El País

"Película que festeja el sentimiento comunitario del fútbol (...) obvia, facilona y descuidada,
como la gran parte de la obra de Loach."
Sergi Sánchez - La Razón

"Película simpática, entretenida, futbolera y jarandera,
profunda en sus sentimientos y ligera en su forma.
E. Rodríguez Marchante - ABC

Y me parece a mi: 


Una vez más los que tú y yo conocemos son los protagonistas de esta entrega anual de Ken Loach. Un cartero deprimido es el elegido en esta ocasión para que nos cuente su vida y sus problemas, que a mí, al contrario que a los detractores del cine social, sí me interesan; entre otras cosas, porque son o pueden ser los míos y este tipo de cine puede darme pistas para solventarlos o llevarlos con dignidad. Por más que se empeñen en hacernoslo creer, lo cierto es que las clases no se han volatilizado, están ahí y la mayoría chapoteamos dentro de ellas, y del abrazo y comprensión de los nuestros vendrán las soluciones y no de fríos legajos y heróicas individualidades. Hasta una estrella del firmamento futbolístico, cual es Eric Cantona, ha de tocar tierra para brillar.

Posiblemente esta sea la más amable y positiva película de Loach y Paul Laverty. Comedia no exenta de drama pero sin caer en la tragedia, aunque a veces la bordee. Tampoco es la mejor de las suyas, pero es un ladrillo más que encaja perfectamente en el robusto edificio que dejará, como un faro, luz para la posteridad. El fútbol, en esta ocasión, queda en un segundo plano aunque sirva de vehículo.

Las interpretaciones, incluida la de Eric Cantona, transmiten veracidad y demuestran una vez más que los seres normales tienen menos problemas para hacerse creíbles que los super-guapos y las mega-divas. Ahora, eso sí, estos protagonistas de Buscando a Eric no nos tienen que vender champúes, yogures, coches, perfumes o parcelas en la luna.
Jaht
La nota media de Buscando a Eric, según puntuación de nuestros seguidores fue: 8


En corral ajeno

2 comentarios:

  1. Lo único que te falta es poner los elinks.
    Saludos

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  2. Siguiendo la estela de la comedia inglesa de los 90'

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